A finales del siglo XIX con el trabajo de las corrientes del Fauvismo, Cubismo, Futurismo, los planteamientos de Cezanne, Gauguin, Van Gogh, etc, se crea el camino del planteamiento más radical de forma de representación. La Pintura Abstracta, surge en contraposición a la figuración descriptiva, dando un papel preponderante a la forma y el color, postulando la libertad de creación y el arte como un fin en sí mismo.
El creador abstracto, comprometido con el devenir de las vanguardias y la ruptura con los modelos académicos que se venían cuestionando con las distintas corrientes vanguardistas, ataca a la figuración y se desprende de ella, dando mayor importancia a la pintura en sí misma, y al proceso generado por el artista hacia el detonante emotivo que le lleva al trabajo pictórico.
La abstracción cumpliría con un proceso desde la función expresiva y simbólica de los colores y el ritmo producido por la relación entre estos hacia la manifestación de emociones, hasta el trabajo metódico y ordenado de la forma y el color en un ritmo estricto, pero alejados de las condicionantes miméticas de la forma.
El creador no evocaría ningún reflejo de la realidad que se observa, renunciando a reproducir en el arte imágenes típicas de personas y acontecimientos como referencia, sustituyendo la representación de la belleza y dramatismo idealizado, por la expresión de la realidad espiritual, intuitiva, a través en mucho, del peso del inconsciente del ser humano.
Es entonces que la culminación de la crítica de aspectos formales académicos, y de ideales modernistas poco asimilados en contextos particulares, en el orden social y cultural de cada uno de ellos, llevaría al creador a incluir el aspecto humano y crítico hacia una obra fuera de las limitaciones o directrices de cualquier estructura formal, y lejana a las condiciones propias del contexto. Llevando a cabo un proceso de orden subjetivo y un estudio a través de la técnica pictórica, no solo en la generación de imágenes, sino en el cuidadode lo que estos provocan y generan en el orden de lo emocional, siendo este de carácter atemporal y libre en el plano de lo creativo y de la percepción.
A V. Mario Sánchez M
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